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La falacia de los agrocombustibles


Cuando Jean Ziegler, ex relator especial de las Naciones Unidas para el Derecho a la Alimentación, calificó de “crimen contra la humanidad” el hecho de utilizar las tierras y la producción de cereales para agrocombustibles, hubo quienes lo calificaron de exagerado y otros que prefirieron mirar hacia otro lado.
Lo cierto, es que Ziegler no es el único que señala a los llamados combustibles de primera generación (etanol y biodiésel), como los culpables, en buena medida, de la actual ‘crisis alimentaria’: los agrocombustibles  se obtienen a  partir de productos de la agricultura (maíz, caña de azúcar, colza, girasol, etcétera). Es decir, compiten con los alimentos en el uso del suelo.
Una batalla en la que, a vistas, de la situación actual, los gobiernos parecen haber tomado partido por los combustibles en lugar de por los comestibles.
Las consecuencias: subida del precio de los alimentos, (el índice de precios de los alimentos de la FAO alcanzó su nivel más alto a finales de 2010), expulsión de los agricultores de sus tierras y extensión del hambre en el mundo.

En su intento de que los líderes del G20 dejen  de hacer oídos sordos a las advertencias, la  FAO (en colaboración con diversas organizaciones) lo vuelve a decir, si no más alto, sí más claro: los agrocombustibles son una de las causas de la actual crisis alimentaria.

En el informe Price volatily in food and agricultural markets: policy responses (mayo 2011) se señala como los,cada vez más frecuentes, episodios extremos  de vulnerabilidad y volatilidad de los precios son una gran amenaza para la seguridad alimentaria en los países en desarrollo, quienes gastan el 70 por ciento de sus ingresos a los comestibles (en detrimento, por tanto, de otras partidas como sanidad o educación).

Entre los factores señalados como determinantes en el incremento e inestabilidad de los precios están los agrocombustibles. Durante el periodo 2007-2009 los agrocombustibles significaron una importante parte de en la demanda de cosechas: 20 por ciento para e  azúcar de caña, 9 para el aceite vegetal y 4 por ciento para azúcar de remolacha.Porcentajes que se estiman crecerán en el futuro. Según un estudio internacional los precios para el trigo, cereales secundarios, semillas oleaginosas y aceites vegetales se incrementarán un 8, 13, 7,  y 35 por ciento respectivamente (1).

Urge eliminar los subsidios a los agrocombustibles

El contundente informe de la FAO refleja como el número de personas que padecen hambre ha aumentado de  820 millones en 2007 a más de un billón en 2009 es una prueba de que ni las políticas nacionales ni las internaciones han sabido mitigar el problema. Por ello, insisten, es primordial erradicar la inseguridad alimentaria.

Entre las medidas propuestas para incrementar la productividad, la sostenibilidad y la resiliencia de la agricultura figuran mejorar la infraestructura alimentaria, invertir en la agricultura de los países en desarrollo así como apoyar estrategias de seguridad alimentaria nacionales. No se puede eliminar la volatilidad de los precios agrícolas, resalta el informe, pero sí reducir su incertidumbre y mitigar sus efectos más extremos.

Además,es básico que los combustibles renovables se produzcan donde sean social, medioambiental y económicamente más sostenibles, de forma producidas que los pequeños agricultores puedan beneficiarse de su producción, tanto como una fuente de ingresos como como una fuente de energía a nivel de granja y de la comunidad (2).

Dado que energía y alimentos/pienso utilizan los mismos inputs, (como grano o azucar de caña) incrementos en la producción de ethanol reducen el suministro de comida dando como resultado un incremento en los precios. Las cosechas no pueden satisfacer la demanda de unos y otros.
Una balanza que se inclina hacia los agrocombustibles en parte, por los subsidios a su producción por parte de los gobiernos.
Una práctica que la FAO insta a que debe ser eliminada, y si no, al menos, se han de desarrollar planes de contingencia para ajustar  las políticas que estimulan la producción o el consumo cuando los mercados globales están bajo presión y los suministros de alimentos están en peligro.

Urge acabar con las políticas que crean conflicto entre el uso del suelo para combustibles y comestibles. Los incentivos deben sólo facilitar el uso de las materias primas que están menos correlacionados con los mercados de alimentos, teniendo en cuenta los efectos directos e indirectos a través de la competencia por los insumos o factores de producción tales como la tierra.
La conclusión del informe es obvia: eliminar las disposiciones que estimulan artificialmente la demanda y la oferta de los agrocombustibles es la mejor manera de evitar las políticas que generan conflictos entre los usos de la tierra.(3)

Los pobres, más pobres por los agrocombustibles

Obviar el mensaje de alarma de la FAO, es contribuir a la fatídica  previsión de Naciones Unidas: 60 millones de personas en todo el mundo tendrán que ser evacuadas de sus tierras para dejar camino a las plantaciones de combustible ecológico. “En el empeño por suministrar agrocombustible a la UE y al resto de los países desarrollados, la gente pobre está siendo pisoteada” (Robert Bailey, experto de Oxfam) (4)

Como ha quedado reflejado, la disputa por la tierra llevada a cabo por los agrocombustibles trae consigo la extensión del monocultivo, expulsando para ello a muchos campesinos de sus tierras. “En la mayoría de los casos, aquello se realiza por la estafa o la violencia. En países como Colombia e Indonesia, se recurre a las Fuerzas Armadas y a los paramilitares, quienes no dudan en masacrar a los defensores de sus tierras. Miles de comunidades autóctonas, en América Latina, en África y en Asia, son desposeídas de su territorio ancestral. Decenas de millones de campesinos ya han sido desplazados, sobre todo en el  Sur, en función del desarrollo de un modo productivista de la producción agrícola y de la concentración de la propiedad de la tierra “(5).

Garantizar la seguridad alimentaria no es simplemente una cuestión de producción de alimentos  si no de que estén disponibles para todos. “La seguridad alimentaria [se da] cuando todas las personas tienen en todo momento el acceso físico, social y económico a alimentos suficientes, inocuos y nutritivos que satisfacen sus necesidades y sus preferencias alimentarias para llevar una vida activa y sana”. (6).                                                                                                                                                 Es decir, cuando los pueblos gozan de una soberanía alimentaria.



(1) “Price volatily in food and agricultural markets: policy responses” Mayo 2011 (pág 9).

(2) “Price volatily in food and agricultural markets: policy responses” Mayo 2011 (pág 44).
(3) Maria Sabarís, Argenpress.info
(4) Anezo D, “Price volatily in food and agricultural markets: policy responses” Mayo 2011 (pág 54-56).
(5) François Houtart, “El escándalo de los agrocombustibles en los países del Sur)
(6) (FAO, “El estado de la inseguridad alimentaria”, 2001). 



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