Juli Bergé,
Agricultor ecológico
Publicado en la Revista Ae
Juli Bergé |
Empezó en ecológico en 1989. Primero, con la tierra y luego (al interesarse por la biodinámica), también con la ganadería pero fue su salud lo que acabó de convencerle. “Me hice ecológico porque estuve a punto de morir. Haciendo tratamientos a mis nectarinas me intoxiqué con un insecticida (Clorfenvinfos), que se usaba para matar las cochinillas o “poll roig”. Trabajábamos sin protección y sabía lo que estaba haciendo, soy agrónomo, pero dices “no pasa nada”. Ese mismo año conoció a su mujer y, a través de ella, a José María Coll agrónomo, a quien considera su maestro (nombrado Miembro de Honor de SEAE en 2010) cuyos razonamientos le sirvieron de guía.
Los inicios no fueron fáciles. “Quise tener terneros pero me encontré con el brote de la enfermedad de las “vacas locas”. Después, lo intenté con cerdos pero apareció la peste porcina”. Fue en un curso sobre avicultura y ecología cuando se dio cuenta de que, por aquel entonces, comercializar carne de pollo era muy problemático por la necesidad de mantener la cadena de frio y decidió dedicarse a las gallinas ponedoras para producir huevos. Hoy, los distribuye a través de Hortec, cooperativa de productores ecológicos de Barcelona, Cal Valls, diversas tiendas de Lleida, un horno…
Antes Juli tenía 15 ha de frutales. Ahora, una a modo testimonial. En sus 60 ha (suyas, de su mujer y de un primo) se produce trigo, espelta, cebada, alfalfa y, desde hace tres años, soja. “Debido a los problemas con los transgénicos estamos probando alternativas al maíz. Lo he intentado con el sorgo, las pipas de girasol… pero al ser grano descubierto se lo comen los pájaros. Parece que la soja funciona.”
Quiso fabricar el pienso para las gallinas pero desistió dada la infraestructura necesaria que no tiene. Si el maíz no estuviera contaminado lo enviaría al fabricante que le hace el pienso, algo que este año, confía en hacer. “El DARP de Catalunya, ha considerado que la ley Europea está por encima de la catalana y que el maíz de menos del 0,9 % de contenido de transgénicos es ecológico”.
Cuando se le pregunta por la coexistencia, Juli es rotundo: “Es imposible. La gente empieza a sembrar por San José (19 de marzo) y acaba a principios de mayo; yo, de 30 a 40 días después. El rendimiento disminuye porque he de sembrar maíz de ciclo más corto”.
Calcula que este año en su pueblo habrá una media de 12.000 kg/ha de maíz. Él espera llegar a las 8.000. “Antes de los transgénicos, sembraba unas 35 ha; ahora pago gastos y ya está”. La solución, para él es fácil: poner un impuesto de 1 euro por cada ha de maíz convencional transgénico y crear con eso un fondo de indemnización para los contaminados. “Sobraría dinero. Lo que pasa es que las empresas de semillas son poderosas y tienen sus lobbies. Espero que Europa prohíba los transgénicos; la otra alternativa es una Cataluña independiente en la que el gobierno los rechace”.
En cualquier caso, Juli no duda: “A vuestros lectores lo que les puedo decir es que, aunque los inicios soncomplicados, no desistan. Creo estar en un camino que es la verdad. Hago un producto bueno y no tiraría para atrás por nada. Habría hecho más dinero haciendo química pero no hubiera estado tan satisfecho”.
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