El impacto de las decisiones diarias de consumo: alimento sano = pueblo soberano
Las contradicciones
del sistema actual eran puestas en evidencia en el minuto uno del seminario, organizado
por CERAI y Oxfam Intermon, “El poder de los
consumidores en un sistema agroalimentario injusto: Consumo consciente y
responsable como herramientas para el cambio” que se celebró los días 13 y 14 de diciembre en el Centro Cultural La Nau de la
Universidad de Valencia. Fue David Torres,
director de Cerai quien señalaba
que “hay gente que come mucho y otra que tiene poco, que en el sistema actual conviven desnutridos y obesos. Los
dos problemas surgen de la misma problemática y las rutas para erradicar el
hambre son las mismas que las de erradicar las pandemias y los problemas
ambientales y sociales que los provocan.”
Para paliar esta
realidad, Torres subrayó la necesidad de “luchar contra la invisibilidad que
sufren millones de mujeres campesinas en el mundo, las cuales están doblemente
discriminadas: por ser campesinas y por ser mujeres. Hace falta un modelo de
democracia alternativa y alimentaria donde debe existir una ética que debe
incluir la igualdad de género y que ponga a las mujeres por delante incluso de
los hombres.”
Y es que el papel de
las mujeres fue destacado por todos los integrantes de este seminario. Sabiano
Abreu, de la Unidad Internacional de Campañas IO (Intermon Oxfam), recordó que
“según datos de la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la
Alimentación (FAO), en el mundo hay más de mil 600 millones de mujeres rurales,
la mayoría agricultoras, que representan más de ¼ parte de la población
mundial. Ellas abastecen ya entre el 60 y 80 por ciento de la producción de
alimentos de los países más pobres y alrededor del 50% mundial. Las mujeres
campesinas son las productoras de los principales cultivos básicos de todo el
mundo: arroz, trigo y maíz, que proporcionan hasta el 90% de los alimentos que
consume la población empobrecida de las zonas rurales. En el sudeste de Asia,
las mujeres representan hasta el 90% de la mano de obra necesaria en el cultivo
de arroz. En el África Subsahariana, las mujeres producen hasta el 80% de los
alimentos básicos para el consumo familiar y la venta. Ellas cultivan hasta 120
especies vegetales diferentes en los espacios libres junto a los cultivos
comerciales de los hombres. El conjunto de los trabajos realizados por las
mujeres es de una importancia social y económica enorme que, sin embargo, no se
reconoce, no se valora socialmente ni aparece en las estadísticas económicas. Dos tercios de la población analfabeta del mundo son mujeres rurales. Las mujeres
mantienen el dominio de apenas el 1% de las tierra agrícolas."
La lucha diaria de las mujeres en Marruecos y Paraguay
A su vez, Alicia
Amarilla, coordinadora nacional de CONAMURI, como dirigente campesina de una
organización de mujeres en Paraguay, dio a conocer la realidad de su país. Un
país “copado de soja transgénica porque la deforestación está convirtiéndolo en
un desierto verde por la soja que se produce para exportación (hay más de 3
millones de hectáreas dedicadas a ello).” Alicia remarcó la lucha que llevan a
cabo por la tierra, por recuperarla, la batalla que libran contra “el empleo masivo de agrotóxicos que nos
está matando." Recuerda la lucha por la recuperación de las tierras, de la
llamada Marina Kué, que lleva ya más de nueve años: “No pasa ni una semana sin
un desalojo. Nos están dejando sin nada. Los grandes agroexportadores de
nuestro país no pagan impuestos. Paraguay produce alimentos para 50 millones de
personas pero 1´3 millones de personas pasan hambre, por eso hay una gran migración
masiva.”
Alicia no fue la
única en relatar la lucha diaria de las mujeres por salir adelante. Saloua
Badaoui, representante del Forum de Femmes au Rif, trabaja en una zona de
difícil acceso incluso para la población marroquí, la zona del Rif. Ella asegura que todo cambio empieza por
la educación y la movilización ciudadana. “Las mujeres rurales son las que
menos opciones tienen para acceder a un servicio público. Están discriminadas
en todos los niveles (político, institucional y social) y sufren una gran tasa
de violencia. En el Rif hay un 76% de analfabetismo (la tasa más alta de
Marruecos), el 82% de las mujeres lo son.
Hay que luchar y no pararse antes los obstáculos, por complicado que
pueda resultar.” Saloua contó que trabajan sobre la economía solidaria (“las
mujeres rurales en el Rif, son las que trabajan (los hombres en el Rif,no”) y
que ellas luchan para que se reconozca ese trabajo. “Las mujeres tienen que
darse cuenta de que son ellas las que nos alimentan y a las que hemos de agradecerles
nuestra superviviencia. La mujer rural rifeña es la experta en management y en
agroalimentación porque tiene la responsabilidad de manejar pocos recursos
económicos para mantener a sus hijos y a su entorno. Además, durante años
las mujeres han aprendido a preservar los productos. Sin embargo, las mujeres
rurales no tienen acceso ni a la propiedad ni a las herencias, no tienen
recursos económicos y eso unido a la alta violencia que sufren hace que les
parezca natural vivir esa discriminación, hasta que no les hablas de experiencias
y les muestras alternativas.” Su trabajo es orientarlas para que puedan reflexionar sobre ello. Si no
sienten que tienen un poder económico para no depender de nadie, y que cuentan con
alternativas para denunciar la violencia doméstica (que pasa por el Tribunal de
la Familia en lugar de por el Penal , donde van las denuncias por violencia de
alguien de fuera de la familia), no se avanzará. “El empoderamiento es necesario”, recalcó Saloua.
El papel de los consumidores
También estuvo presente en el Semiario
Gustavo Duch, coordinador de la Revista "Soberanía Alimentaria, Biodiversidad y Culturas”. Ducha recalcaba la
importancia de escuchar al pensamiento feminista, porque desde el feminismo de
ruptura hasta la soberanía alimentaria resaltan la importancia de distribuir la
riqueza. “Tenemos una crisis de la vida no financiera, las finanzas son
mecanismos no vida. El pensamiento de generar riqueza hace que se ponga lo
económico en la cima de la escala de valores, y por ende el producir. ¿Producir
soja para engordar a los cerdos que harán las hamburguesas de McDonalds?.
Cuanto más producimos más destruimos, expulsamos a los campesinos del planeta.
El discurso feminista dice que hay que poner por delante la reproducción:
asegurar, sostener la vida. La
agricultura y la alimentación no son mercancía.” En esa línea, Duch señalaba la
necesidad acuciante de diseñar
sistemas alimentarios que piensen en eso y no en los agronegocios. Priorizar lo
local, producir y consumir lo justo y necesario. “Utilizamos un sistema alimentaria
de dominio: maltratar a la tierra, a los animales, esclavizamos e
invisibilizamos a las mujeres…La respuesta de cuidar la tierra se basa en la
agroecología. Desde el feminismo
todo es mucho más claro: entender que todos somos vulnerables. Las mujeres
alimentan al mundo, tienen la capacidad de alimentar un nuevo mundo.”
En el Seminario se hizo hincapié en cómo los consumidores
pueden actuar contra el acaparamiento de tierras:. Alicia Amarilla destacaba la
importancia de exigir saber qué
estamos comiendo. “Hablar de acceso a la alimentación, como hace la FAO,
significa tener mucho dinero para no acceder a alimento chatarra que ni
siquiera sabemos lo que es. Todo
lo que nos ofrecen son productos de soja, hay que ser consciente que la soja
viene de países como el mío donde es transgénica. Somos esclavos a través de la
alimentación . Cuando empezó la Revolución Industrial los obreros solo comían patatas,
no podemos volver a ello”, recalcaba Amarilla.
A esta reflexión se sumaba el representante de Intermon Oxfam, quien indicaba que
“los consumidores si quisiéramos tendríamos mucho poder. Si nos empoderamos y
decidimos qué queremos comer y comprar las empresas cambiarían, se protegería
la pequeña agricultura.”
Por su parte, Saloua Badaoui comentó que el movimiento femenino en Marruecos trabaja para
sensibilizar y movilizar a la población. “En Marruecos no somos un país
desarrollado pero nos hemos dado cuenta de que hemos de volver a un modelo
alimentario tradicional. El consumidor puede ser una herramienta fuerte de
presión.”
El seminario, contó con el patrocinio del Ministerio de Asuntos Exteriores y de
Cooperación (MAEC) .
CERAI y Oxfam Intermon organizaron este encuentro con el objetivo de
sensibilizar sobre el impacto de nuestras decisiones diarias como consumidores
en los países económicamente empobrecidos y en nuestro propio entorno, y sobre
cómo podemos cambiar gran parte del impacto con la puesta en práctica de
actitudes y criterios de consumo más responsables. Una de las mesas redondas
llevó como título “Las mujeres que alimentan al mundo”.
“Somos discriminadas por ser pobres, indígenas,
mujeres y campesinas pero las mujeres campesinas somos las guardianas de la
soberanía alimentaria; nuestro saber y conocimiento adquirido durante años las
grandes empresas no nos lo pueden quitar. Alimento sano=pueblo soberano”,
concluía Alicia Amarilla.
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