“En la Economía del Bien Común no habría naturaleza en propiedad. El suelo se pone a disposición a quien lo cuide”
Entrevista publicada en la Revista Ae
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| Christian Felber |
Madrid (1990 - 1996) Filología Románica, Ciencias Políticas, Psicología y Sociología, y posteriormente, un Máster en humanidades. Como activista es co-fundador de Attac Austria (2000), responsable de prensa durante tres años y miembro del comité ejecutivo durante dos años. Destaca su trayectoria universitaria: desde 2008, es profesor en la Universidad de Economía y Negocios de Viena, la Universidad de Graz, la Universidad de Klagenfurt y la Universidad Politécnica de Valencia, entre otras. En 2010 fundó la Economía del Bien Común y el proyecto Banco para el Bien Común. Su labor le ha merecido el reconocimiento de distintos premios, entre los que destacan: el ‘Premio nueva Civilización’ por la Universidad de Chile (2014), el getAbstract International Book Award (2014) o el Premio a la Enseñanza (2012/13) por la Universidad de Graz. Como autor ha publicado también varios libros. Entre ellos, “Dinero. De fin a medio” (2014 Deusto), “La economía del bien común” (2015 Deusto, edición ampliada y actualizada), “Cooperación en vez de competencia” (2009 Deuticke) o “Hacia un futuro ecológico: El paciente España” (1998 Editorial Fundamentos).
Quise estudiar ciencias universales: Me interesaba el todo y las conexiones entre las ciencias y los fenómenos. La palabra ‘universo’, en latín quiere decir “un solo verso”, un todo coherente. Curiosamente, las ‘universidades’ se han olvidado de ello o y no ofrecen la ciencia universal, sino fragmentos limpiamente diseccionados unos de otros. Como no sólo me interesaba el árbol científico holístico, sino también las emociones, la intuición, la espiritualidad, el cuerpo y la naturaleza, estudié una serie de humanidades y de forma autodidacta economía.
¿Cuál es su vinculo con la agricultura y el mundo rural? ¿Conoce la Agroecología?
La naturaleza siempre me ha importado porque me crié en el campo en una naturaleza más o menos salvaje donde
pescaba y cultivaba frambuesas y truchas. Estuve de
voluntario en tres granjas ecológicas en Austria, Francia
y España (en Camorritos en la Sierra del Guadarrama). Por
lo tanto, estoy bastante familiarizado con la agroecología
y una de mis propuestas políticas es que al menos el 10 %
de las personas activas trabajasen en el sector agrario.
¿Qué es la Economía del Bien Común (EBC)? ¿Cómo y cuando surge?
Es un modelo económico alternativo tanto al capitalismo como al comunismo. Su esencia es la resolución de la contradicción entre los valores negativos que se recompensan en el mercado – egoísmo, desconsideración, avidez, avaricia, irresponsabilidad – y los valores que permiten florecer nuestras relaciones humanas. Estos últimos valores son universales y forman parte de nuestras constituciones: dignidad, solidaridad, justicia, democracia.
Los ‘valores’ económicos, en cambio, no son valores constitucionales. La EBC propone resolver esta contradicción cambiando las dos principales reglas legales que guían el comportamiento de los actores económicos – afán de lucro y competencia – por: contribución al bien común y cooperación.
Cuánto más cooperativas, solidarias, ecológicas y democráticas las empresas se comporten y organicen, mayor será su éxito. De esta forma, las leyes del mercado estarán en concordancia con los valores de la sociedad.
En su obra habla del dinero como herramienta pero no como objetivo, ¿puede explicarlo?
Es la confusión entre fines y medios en la economía. Según las constituciones de países democráticos, el objetivo de la economía es el bien común – que se consigue satisfaciendo las necesidades humanas dentro de los límites ecológicos del planeta. El dinero sólo es un medio para alcanzar el fin. Esto conlleva que el éxito principal en la economía no se mida con indicadores monetarios (rédito financiero, beneficio financiero, PIB), sino en indicadores que midan el alcance del objetivo: contribución al bien común, balance del bien común y Producto del bien común. Esto permite saber cómo están las personas y recompensar las inversiones y empresas éticas.
El medio debe estar a disposición de todas las personas, por un lado, y prevenir, por otro, que los recursos se concentren de manera excesiva en manos de pocos.
¿Comparte la frase del economista inglés Kenneth Boulding que dice: “el que crea que en un planeta finito el crecimiento puede ser infinito, o es un loco o es un economista”?
Sí, la cito habitualmente para ilustrar la estrechez del horizonte de la ciencia económica en su corriente preponderante. Es una guía lógica hacia una economía sin crecimiento físico duradero. Se trata de salir del consumismo excesivo de las élites materialistas en este mundo, que incluye prácticamente toda la UE; y permitir que aquellas personas satisfagan sus necesidades básicas que aún no están en condiciones de hacerlo.
¿En qué se diferencia la EBC de la responsabilidad social corporativa (RSC)?
La EBC se puede considerar el primer instrumento de la segunda generación de RSC. La primera, se caracteriza por la ineficacia. A diferencia de la mayor parte de herramientas RSC existentes, el balance del bien común es medible, comparable, auditado de forma externa y conlleva consecuencias legales: incentivos fiscales, aranceles diferenciados, condiciones crediticias, etc. Así, la ética condu- cirá al éxito, y el dumping, al fracaso. El balance del bien común puede convertirse en una parte integral de todos los acuerdos de comercio internacionales. Las empresas tendrían un acceso al mercado más o menos fácil según el resultado de sus balances del bien común.
¿Qué arraigo tiene este modelo en Europa?
Empezamos hace 5 años en Austria. El movimiento ha crecido en cinco países (Austria, Alemania, Italia, Suiza y España) y se va difundiendo a otros.
¿Puede destacar algunos casos aplicación en la EBC?
Contamos con tres bancos hasta la fecha, como el Sparda Bank München, que ha recibido varios premios por ser buen empleador. También, VAUDE que vende ropa y es la empresa más sostenible de Alemania. Tenemos hoteles sostenibles y agricultores y horticultores ecológicos. En España, cabe mencionar, la empresa de inserción social CanCet de Cataluña que comparte y vive el espíritu del bien común al 100%.
¿El modelo EBC se puede aplicar a todos?
El modelo está diseñado para todas las empresas: desde la unipersonal pasando por las asociaciones y cooperativas hasta la sociedades anónimas que cotizan en bolsa. Y también para las empresas públicas que podrán probar, si lo cumplen, que tienen la legitimidad de ser públicas.
¿Qué aplicación tiene este modelo en la agricultura/ ganadería ecológica?
Las granjas ecológicas que mantengan o aumenten la fertilidad de los suelos y la biodiversidad, que creen trabajo con sentido y sin explotación y que formen un tejido de pequeñas unidades a la medida del ser humano ganarán en competitividad frente a la agroindustria. La agroindustria, por sus malos resultados en el balance del bien común, simplemente desaparecería, y con ella los latifundios. Un elemento del modelo EBC es que no hay naturaleza en propiedad. Esto incluye también el suelo. El suelo se le pone a disposición a quien lo cuide. Cuánto más un agricultor cuide la naturaleza, mayor será la superficie que puede cultivar – aparte de los impuestos reducidos que gozará y los créditos más favorables.
¿Qué es el ‘atermundismo’ que se imparte en la Universidad de Viena?
Se desarrolla e imparte desde diversos nichos, pero no dentro de la corriente principal que sigue manteniendo la separación de la economía de sus contextos: la ética, la psicología, las ciencias políticas, y sobre todo la ecología. Pero la añoranza de una verdadera ‘universidad’ ha hibernado. El hecho de que me hayan invitado a dar clases a mi, aunque no soy economista, es buena prueba de ello.
¿Qué mensaje daría a l@s lector@s de la Revista Ae?
Que se comprometan por las alternativas: por la economía solidaria y colaborativa, por los bienes comunes, por una EBC. Además, creo que todos deberíamos implicarnos en la reforma del modelo democrático actual. Si no ampliamos nuestros derechos democráticos, las grandes industrias y sus grupos de presión seguirán construyendo una plutocracia autoritaria en detrimento de la mayoría de las personas del planeta. De ahí que ¡manos a la obra!
¿Qué es la Economía del Bien Común (EBC)? ¿Cómo y cuando surge?
Es un modelo económico alternativo tanto al capitalismo como al comunismo. Su esencia es la resolución de la contradicción entre los valores negativos que se recompensan en el mercado – egoísmo, desconsideración, avidez, avaricia, irresponsabilidad – y los valores que permiten florecer nuestras relaciones humanas. Estos últimos valores son universales y forman parte de nuestras constituciones: dignidad, solidaridad, justicia, democracia.
Los ‘valores’ económicos, en cambio, no son valores constitucionales. La EBC propone resolver esta contradicción cambiando las dos principales reglas legales que guían el comportamiento de los actores económicos – afán de lucro y competencia – por: contribución al bien común y cooperación.
Cuánto más cooperativas, solidarias, ecológicas y democráticas las empresas se comporten y organicen, mayor será su éxito. De esta forma, las leyes del mercado estarán en concordancia con los valores de la sociedad.
En su obra habla del dinero como herramienta pero no como objetivo, ¿puede explicarlo?
Es la confusión entre fines y medios en la economía. Según las constituciones de países democráticos, el objetivo de la economía es el bien común – que se consigue satisfaciendo las necesidades humanas dentro de los límites ecológicos del planeta. El dinero sólo es un medio para alcanzar el fin. Esto conlleva que el éxito principal en la economía no se mida con indicadores monetarios (rédito financiero, beneficio financiero, PIB), sino en indicadores que midan el alcance del objetivo: contribución al bien común, balance del bien común y Producto del bien común. Esto permite saber cómo están las personas y recompensar las inversiones y empresas éticas.
El medio debe estar a disposición de todas las personas, por un lado, y prevenir, por otro, que los recursos se concentren de manera excesiva en manos de pocos.
¿Comparte la frase del economista inglés Kenneth Boulding que dice: “el que crea que en un planeta finito el crecimiento puede ser infinito, o es un loco o es un economista”?
Sí, la cito habitualmente para ilustrar la estrechez del horizonte de la ciencia económica en su corriente preponderante. Es una guía lógica hacia una economía sin crecimiento físico duradero. Se trata de salir del consumismo excesivo de las élites materialistas en este mundo, que incluye prácticamente toda la UE; y permitir que aquellas personas satisfagan sus necesidades básicas que aún no están en condiciones de hacerlo.
¿En qué se diferencia la EBC de la responsabilidad social corporativa (RSC)?
La EBC se puede considerar el primer instrumento de la segunda generación de RSC. La primera, se caracteriza por la ineficacia. A diferencia de la mayor parte de herramientas RSC existentes, el balance del bien común es medible, comparable, auditado de forma externa y conlleva consecuencias legales: incentivos fiscales, aranceles diferenciados, condiciones crediticias, etc. Así, la ética condu- cirá al éxito, y el dumping, al fracaso. El balance del bien común puede convertirse en una parte integral de todos los acuerdos de comercio internacionales. Las empresas tendrían un acceso al mercado más o menos fácil según el resultado de sus balances del bien común.
¿Qué arraigo tiene este modelo en Europa?
Empezamos hace 5 años en Austria. El movimiento ha crecido en cinco países (Austria, Alemania, Italia, Suiza y España) y se va difundiendo a otros.
¿Puede destacar algunos casos aplicación en la EBC?
Contamos con tres bancos hasta la fecha, como el Sparda Bank München, que ha recibido varios premios por ser buen empleador. También, VAUDE que vende ropa y es la empresa más sostenible de Alemania. Tenemos hoteles sostenibles y agricultores y horticultores ecológicos. En España, cabe mencionar, la empresa de inserción social CanCet de Cataluña que comparte y vive el espíritu del bien común al 100%.
¿El modelo EBC se puede aplicar a todos?
El modelo está diseñado para todas las empresas: desde la unipersonal pasando por las asociaciones y cooperativas hasta la sociedades anónimas que cotizan en bolsa. Y también para las empresas públicas que podrán probar, si lo cumplen, que tienen la legitimidad de ser públicas.
¿Qué aplicación tiene este modelo en la agricultura/ ganadería ecológica?
Las granjas ecológicas que mantengan o aumenten la fertilidad de los suelos y la biodiversidad, que creen trabajo con sentido y sin explotación y que formen un tejido de pequeñas unidades a la medida del ser humano ganarán en competitividad frente a la agroindustria. La agroindustria, por sus malos resultados en el balance del bien común, simplemente desaparecería, y con ella los latifundios. Un elemento del modelo EBC es que no hay naturaleza en propiedad. Esto incluye también el suelo. El suelo se le pone a disposición a quien lo cuide. Cuánto más un agricultor cuide la naturaleza, mayor será la superficie que puede cultivar – aparte de los impuestos reducidos que gozará y los créditos más favorables.
¿Qué es el ‘atermundismo’ que se imparte en la Universidad de Viena?
Se desarrolla e imparte desde diversos nichos, pero no dentro de la corriente principal que sigue manteniendo la separación de la economía de sus contextos: la ética, la psicología, las ciencias políticas, y sobre todo la ecología. Pero la añoranza de una verdadera ‘universidad’ ha hibernado. El hecho de que me hayan invitado a dar clases a mi, aunque no soy economista, es buena prueba de ello.
¿Qué mensaje daría a l@s lector@s de la Revista Ae?
Que se comprometan por las alternativas: por la economía solidaria y colaborativa, por los bienes comunes, por una EBC. Además, creo que todos deberíamos implicarnos en la reforma del modelo democrático actual. Si no ampliamos nuestros derechos democráticos, las grandes industrias y sus grupos de presión seguirán construyendo una plutocracia autoritaria en detrimento de la mayoría de las personas del planeta. De ahí que ¡manos a la obra!
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