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Entrevista a Federico Aguilera Klink

“Vivimos en una economía disociada de la naturaleza y de las personas. El resultado es la locura” 


Entrevista publicada en la Revista Ae

Economía Aplicada
Federico Aguilera Klink

Nacido en Ciudad Real, 1953. 
Aguilera es, desde 1995, Catedrático de Economía Aplicada Universidad de La Laguna. Recibió en 2004 el Premio Nacional Lucas Mallada de Economía y Medio Ambiente. 

Su docencia e investigación se centran en economía y medio ambiente, economía del agua, megaproyectos, instituciones como reglas de juego y hábitos de pensamiento, es decir, el papel del poder en la economía y en la manera de pensar. Recientemente ha coordinado el volumen titulado “Para la rehumanización de la economía”. 









¿Cuál ha sido su vínculo con el mundo rural y con la agricultura?

Hice la tesis (1984) sobre los invernaderos y a partir de ahí empezó a interesarme el tema de la gestión del agua, de los acuíferos, los trasvases…y aparecía el tema de la agricultura ecológica. Es una vinculación académica que real pero siempre me ha parecido interesante destacar que la única opción posible es la agricultura ecológica, y más recientemente el tema de la agroecología.

¿Qué le motivo a dedicarse a la Economía? 

Hace años le hicimos un homenaje a José Manuel Naredo, y escribimos unas páginas. Yo estudié económicas en la Complutense e intuitivamente me atraía el tema ambiental porque desde los 15 años me gusta la montaña. El Instituto de Estudios Fiscales publicó dos monografías sobre economía y medio ambiente. Cuando acabé la carrera y tuve que hacer unas prácticas de la mili en Granada me llevé eso libros y como la mili no era muy motivadora me encerraba a leer estos dos libros. Cuando volví a Tenerife se había aprobado la impartición de los estudios de Economía en la Universidad de La Laguna pero no había gente y me ofrecieron trabajar allí a tiempo parcial. Nunca me había planteado trabajar en la universidad porque mi aburrimiento en La Complutense fue tan grande que me dije que no volvería a pisar una universidad en mi vida. Tenía 25 años, sentía que no estaba preparado y tras dos años de dar clase pido una beca para irme a Francia a hacer un Postgrado en Economía y Desarrollo Rural en Montpellier en el Instituto Agronómico del Mediterráneo. Me dijeron de seguir allí con la tesis doctoral pero les dije que no porque las líneas que estaban desarrollando no me interesaban. Pedí otra beca y me fui a la universidad de Arizona a trabajar sobre el tema del agua.

Y se fue centrando en la Economía ecológica, ¿no?

Sí, una cosa fue llevando a la otra. En 1987 conocí a Naredo. Había leído cosas suyas y le escribí. Nos entendimos bien y hemos colaborado durante muchos años. Luego en la Facultad de Económicas pusimos una asignatura que era Economía de los Recursos Naturales y del Medio Ambiente y ahí tuve la suerte de tener mucha libertad para mi programa, no había una estructura de poder de catedrático dogmático. He enseñado lo que he querido y he podido incorporar cosas que en otros sitios rechazaban como economía ecológica, termodinámica, funcionamiento de los ecosistemas…


¿Qué distingue a la Economía ecológica del resto?, ¿el desarrollo sostenible?

No sólo eso. Yo siempre hago una distinción entre economía de sistemas cerrados y abiertos. La primera, que es la que se enseña en la mayoría de facultades de economía, no tiene relación con los recursos naturales, se habla de materias primas y externalidades pero no se habla de problemas ambientales. Hay una disociación total entre la economía y el concepto biofísico. La economía ecológica intenta cambiar esa racionalidad. Yo a mis estudiantes les digo que miren por la ventana, que la economía es como nosotros: respiramos y generamos residuos. La economía es un proceso metabólico y también social. La economía ecológica dice: “usted no puede tomar decisiones, como las que califica de racionales, si ignora que depende del medio ambiente y que está generando continuamente unos residuos que si superamos la capacidad de asimilación natural, esto se convierte en contaminación. Obliga a cambiar entre otras cosas la noción de racionalidad económica basada en el egoísmo maximizador. La trampa máxima es enseñar como si fuera científico desde primer curso de economía que los seres humanos somos por naturaleza egoísta y que siempre queremos más y cuatro tonterías más.

¿Por qué  “hemos perdido la consciencia de nuestra dependencia de la Naturaleza”?

Porque nos lo enseñan así. Yo trabajo en la línea de Economía Institucional,  y qué son las instituciones, son las reglas del juego y los hábitos de pensamiento y de comportamiento. ¿Qué nos enseñan desde pequeños? El marco institucional: una manera de pensar, de sentir y de vivir. Yo siempre empiezo mis charlas con un dibujo de El Roto en el que un hombre pasa por delante de una pintada que pone “prohibido ver lo evidente”. Desde la escuela nos enseñan a no ver con claridad el concepto en que vivimos. Como dice Erich Fromm: “¿qué hombre (en el sentido genérico) necesita esta sociedad capitalista?, uno obediente, sumiso, un consumidor…”. Lo que pasa es que luego algunos no lo acabamos de entender muy bien. Como escribí en el texto “Economía patriarcal” (http://www.uilweb.tv/webtv/default.asp?ID_VideoLink=3235) : “En las facultades de economía se enseña y legitima la locura”, porque es la disociación total. Disociación fue un término que se usaba para hablar de locura en el sentido de seres enajenados. Vivimos en una economía disociada de la naturaleza y de las personas. El resultado es una locura.


El informe Brundlandt, de 1987, señaló que el saqueo del capital ecológico del planeta y la imposición de decisiones a los países del sur era el principal problema ambiental del mundo. ¿No hemos aprendido nada?

Estoy un poco cansado de que la gente me repita cuando pregunto por los principales problemas ambientales la desertificación, la falta de agua…No nos permiten ver que el principal problema ambiental es la racionalidad económica que está basada en la pura violencia.

¿No es que no lo hemos aprendido es que no quieren que lo aprendamos?

Obviamente. En las facultades de economía se sigue enseñando una idea de racionalidad como si fuera científica con palabras como competencia, mercado…que son palabras tramposas porque no se profundiza. A un alumno en un tribunal de un trabajo de fin de grado le recomendaba a un alumno: “Déjate de historias y léete a Adam Smith y sigue con Galbraith. Vas a entender lo que es un mercado, lo que es el poder y las reglas del juego”. La educación no es neutral, cumple unos fines. Si tú no enseñas a los estudiantes a ser ellos mismos, a ser personas, pensar por cuenta propia…Hay un psicólogo que junto a Fromm se debería de enseñar en la facultad de economía que es Maslow. Maslow insiste en que todas las personas tenemos un potencial de actualización de ser nosotros que se ve anulado por la educación que nos dan. Lamentablemente con frecuencia educación es condicionamiento. 

¿Cómo podemos volver a ser conscientes de nuestra dependencia de la Naturaleza?

Hay que repensar. La educación en vez de adoctrinarnos tiene que enseñarnos a pensar por cuenta propia, a ser personas no disociadas sino integradas. Hay que dejar de seguir engañando a los estudiantes. La educación está basada en la intimidación. Y para mi no hay nada más relevante que el que una persona sea capaz de verbalizar las cuestiones que le preocupan e interesan. Porque si lo piensas, ¿con cuántos profesores te quedas después de los 5 años de universidad que has cursado?, seguro que con pocos. Y es porque la mayoría son malos profesores, no te enseñan a pensar con libertad y rigor. Te adoctrinan para que repitas de una manera, te enseñan etiquetas…Por ejemplo se han puesto de moda unos economistas, Acemoglu y Robinson, que trabajan con la idea de la riqueza de las naciones y de las instituciones. En vez de hablar de poder ellos hablan de instituciones extractivas e inclusivas. Para mi es un lenguaje confuso. Hablamos de gobiernos que van contra el bien público, no lo llames institución. 

Hablando de lenguaje y conceptos, ¿distinguimos lo que son los costes ocultos, los costes reales y las externalidades?

Externalidades son daños o interdependencias ocasionales. Yo a mis estudiantes les digo: “Ustedes hacen pis, respiran todos los días. ¿Esto es ocasional o inevitable?”. Lo mismo pasa con la economía. Constantemente, no ocasionalmente, está generando residuos. Los residuos y el deterioro de calidad son inevitables. Son leyes de la física y no se pueden violar. Los costes ocultos o sociales, es como plantea Kant, reconocer que las leyes de la química funcionan. Además trabajamos y vivimos en un contexto de reglas de juego que son las que permiten a los empresarios generar residuos irresponsablemente. Lo autoriza el gobierno. Pero, ¿quién es el gobierno?. Con frecuencia, los grandes grupos empresariales que nombran a esa gente. He escrito un prólogo para un libro de Antonio Morales (un político canario) que es “Economía, poder y clima”. En el prólogo hago alusión a una caricatura en la que se ve un carro en el que están subidos un grupo de financieros y banqueros; del carro tiran Merkel, Sarkozy, Obama y Cameron. Nos hacen creer que los políticos no tienen vínculos ni obedecen a los grupos empresariales. Eso forma parte del adoctrinamiento que nos da los grupos de comunicación. Sólo hay que ver lo que está pasando: qué podemos esperar de una Europa donde Junker ha estado gobernado para las multinacionales y haciendo trampas fiscales para ella, donde el presidente del Banco Central Europeo vienen de la banca privada y de ayudar a ella a engañar en las cuentas a los gobiernos griegos anteriores, un ministro como Deguindos que viene de una gran consultoría y que parece que ha participado a ayudar a las grandes empresas a no pagar impuestos…No se puede estudiar la economía sin entender el poder. Eso implica responder a tres cuestiones: ¿quién tiene capacidad de configurar las reglas del juego?, ¿quién tiene capacidad de cambiarlas incluso durante el partido? y ¿quién tiene capacidad de violarlas imponente?. Lo que dijo Varufakis de que el Eurogrupo son unos terroristas es cierto pero nos da miedo explicitarlo con claridad. No puede ser que la lucidez les de miedo. 

¿Los estudiantes tienen claro estos conceptos?

No, porque ellos se familiarizan con los más sencillo y a mi en el último curso me vienen con su aparato mental, con sus hábitos de pensamiento que ya saben economía. Se enfadan al ver que no se les ha enseñado a leer los textos originales y a pensar por ellos mismos. 
Para un manual, las externalidades son los humos de una fábrica que manchan la ropa tendida; costes ocultos son a los que no se les presta atención pero que si los analizas desde la perspectiva de la economía ecológica son evidentes. Los pesticidas van a al acuífero y si te la bebes, es agua contaminada.Por ejemplo, Canarias tiene uno de los índices más elevados de cáncer de mamá. Yo creo que ello está relacionado con el agua, con la agricultura convencional. Los costes ocultos dejan de serlo cuando cambias tu sistema de racionamiento. Yo tengo un “archivo de los horrores” que está repleto de noticias relacionadas con los tóxicos en los alimentos. Pero hay una resistencia tremenda a relacionar esa evidencia con los costes productivos y los hábitos de consumo que tenemos porque entonces habría que cambiar ese sistema productivo que va contra las personas y el medio ambiente. ¿Cuándo cambiará? Cuando esas personas dejen de tener miedo a otras maneras de hacer las cosas. Hay muchos intereses que están trabajando para que no se cambie la manera de pensar.

¿Por qué nos dice que la nueva economía del agua, habla del agua como un activo económico, ecológico y social?

Porque lo es pero pensamos en el agua cuando no tenemos. La gente no sabe lo que consume o paga de agua pero sí de móbil. Son las prioridades en las que vivimos pero son construidas porque hemos perdido la conexión con la naturaleza y con nosotros mismos. Aquí dependemos de los acuíferos. La desalación de agua es cambiar la escasez de agua por escasez de energía fósil. Empezar a hacer ver a los estudiantes estas cosas es un problema de alfabetización

¿Qué hay que hacer para que se aplique la economía ecológica en la agricultura y el desarrollo rural?

Un problema es que los propios agricultores siguen con hábitos mentales de desconfiar de las prácticas ecológicas.Y luego los propios agrónomos formados en convencional, adoctrinados para que descalifiquen la agricultura ecológica. La FAO en su Congreso de 2007 reconoció que la única manera de alimentar a todo el planeta es con agricultura ecológica. Hasta que uno no reconoce que ha sido adroctrinado y adiestrado no se cambiará nada. Ha de reconectar con uno mismo, con los demás y con la naturaleza. La pregunta es: ¿tendremos inteligencia y emocionalidad para darnos cuenta a tiempo de la necesidad de cambio? Soy pesimista. Hay que aprender a relacionar las cuestiones, las relaciones entre las actividades entre los sectores. Y esto lo enseña muy bien la agroecología cuando habla de economía de sistemas porque si no nos creemos que nuestro estilo de vida no impacta. Pensar así nos lleva al desastre total. Y es un disparate impresionante que sean las universidades las que nos llevan a un pensamiento no sistémico. Eso se habría de cambiar.

¿Qué papel debería jugar la administración y el ciudadano para ello?

Hay que asumir que los gobiernos en su mayor parte están al servicio de los poderes. El capitalismo lo hacen las personas y lo podemos cuestionar las personas. Si pones a otras personas en el poder igual se cambian las cosas. Hace falta lo que Fromm llama el carácter revolucionario, desobediente, libre e independiente y eso es un proceso en el que hay que trabajar para que seamos conscientes de que el poder está en nosotros. Es luchar contra un poder establecido, unos medios de comunicación inconscientes, una universidad inconsciente (en el mejor de los casos) y sumisa (en el peor de los casos). La revolución es personal. No podemos pedir que cambie un sistema sin que cambiemos las personas. Esperanza es empezar a hacer lo que tiene sentido para uno sin creer que hay un plazo de cambio.

Si estuviera usted en la administración, ¿cómo lo haría?

Yo lo tengo claro. Como para mi la agricultura convencional está recibiendo de más subvenciones y no paga por los costes que genera, yo lo que empezaría a aplicar un programa obligatorio de reconversión hacia una agricultura ecológica, hacía a la agroecología. Lo que la mayoría de gente no sabe es que la agricultura convecional está recibido subvenciones y que aparte no paga por los daños y costes que genera. Antonio Morales, el actual presidente del Cabildo de Gran Canarias es honesto y competente y ha ido apoyando este tipo de ideas. Es un ejemplo de que desde la administración se pueden hacer cosas interesantes y que la gente las entiende. No hay otra opción que la agricultura ecológica y más en un contexto insular. Pero si te ponen a una ministra de agricultura que viene de Fertiberia, de defensa a un fabricante de armas, a uno de hacienda que viene de una consultora privada para que las empresas paguen menos impuestos…A otros que se someten voluntariamente a los grandes grupos empresariales.  Todos no son iguales.

¿Cree que la agricultura ecológica y la agroecología pueden recuperar esa economía ecológica?

Claro, es el punto de partida. Empezar por lo que comemos. Yo lo utilizo como hilo conductor en las clases de economía ecológica porque es gestión de agua, de suelo, hábitos de consumo, huella de consumo, ciclos ecológicos…La gente lo entiende bien porque comes todos los días. Son los hábitos de consumo que nos han metido en la cabeza de comer basura. Además, de lo que se ahorraría al sistema sanitario porque consumiendo ecológico. habría menos enfermedades. 

¿Qué mensaje daría  a l@s lector@s de la Revista Ae?


Que no hay cambio sin revolución personal. El reto es difícil pero cuando te pones a caminar ves que no estás solo. 

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