"Los inspectores deberían de mirarlo todo: que se cumpla la ley pero también que se mantenga la filosofía de la agricultura ecológica; si no perderemos la esencia"
Eva Sañudo Gómez
Santillana del Mar (Cantabria)
Publicado en la Revista AeEva Sañudo |
Eva estudió Periodismo y empezó a trabajar en la Unión de Ganaderos y Agricultores Montañeses (UGAM), Coordinadora de Organizaciones de Agricultores y Ganaderos (COAG). Gracias a un compañero, Ingeniero Agrónomo, que se dedicaba a la agricultura ecológica (AE) y le hablaba de ello empezó a seducirle la idea de producir en ecológico: “Y como yo en mi casa tenía frutales y una pequeña huerta decidí que quería que nuestro producto, que nos sobraba todos los veranos, lo pudiera consumir la gente y que estuviese calificado como se merecía, como ecológico”. Hizo la solicitud en el Consejo Regulador en Cantabria y en menos de un año (2009) le dieron el sello “porque la producción era bastante respetuosa ya que nunca echábamos nada”.
Siguiendo su ejemplo, su padre hizo la conversión a ecológico de la ganadería: “En un principio él no lo veía; me puso pegas pero con el tiempo vio que era una salida, que cada vez iba saliendo más mercado y además era bueno para la salud”.
Cuentan con 40 ha de tierra y unas 70 cabezas de vacuno entre madres y crías, que ceban en ecológico. Además, tienen 6000 m2 de huerta y otros 3000 m2 de frutales: “La huerta la trabajo yo a nivel físico pero como mi padre tiene maquinaria pues la pasa él. Cultivo de todo porque me gusta poder ofrecer variedad. Tengo calabaza, calabacín, pepino, lechuga, patatas, remolacha, judías... Producimos para nosotros y vendemos, en dos mercados sema- nales. Lo que gano en hortalizas es un complemento al sueldo de periodista de la UGAM-COAG. Por la mañana estoy en la oficina y por la tarde en la huerta”.
Comenta Eva que aunque la agricultura es más fácil que la ganadería porque no requiere una inversión muy grande es mucho esfuerzo físico: “Y ese esfuerzo físico se paga: achaques, lesiones. Trabajé hasta el último día de embarazo y luego con sólo dos semanas llevaba a mi hijo a los mercados. Me compensa en todos los sentidos aunque es cierto que físicamente estoy agotada. Pero en vez de cargar una caja de 20 kg pues cargo dos de diez; he ido aprendiendo a dosificar porque el cuerpo es para toda la vida. He aprendido a ser ecológica con mi cuerpo”.
Reconoce que a ella le ha ido bien desde el principio. “Lo primero que comercialicé fueron unas grosellas. Empecé poco a poco y como la agricultura siempre la he hecho en ecológico no he visto dificultades”. Por eso se ve dedicándose a esto durante muchos años. Tal vez, en un futuro le gustaría centrarse en el agroturismo: “Es algo que estoy empezando poco a poco: viene gente a casa, les enseño a huerta y los animales”.
Es optimista respecto al futuro del sector. Afirma que cada vez la gente se da más cuenta de que es necesario alimentarse bien: “Las enfermedades están ahí y están relacionadas con los productos químicos que se echan a los alimentos”. Considera que falta más información al respecto en los medios. También, que habría que diferenciar la AE industrial de una más de mercado local, “que es la que más se debería de incentivar”. “Como negocio sí que hay que verla porque hay que vivir pero debería de ser a nivel familiar porque si no acabaremos pervirtiendo la AE y acabará convertida en convencional. Debemos de prestar atención a eso”.
Por ello afirma que los controles deberían de ir en ese sentido. Explica Eva que “la gente que va a inspeccionar igual no conoce la realidad de la AE porque hay granjas ecológicas que cumplen con la ley pero no con la filosofía. Deberían de mirarlo todo. Si no perderemos la esencia”.
Por último, a l@s lector@s de la Revista Ae les aconseja “que hagan lo que ellos crean y no pierdan la esperanza; que no hagan caso a quienes les puedan decir que la AE es un capricho. Que si persiguen el sueño de dedicarse a ello que nadie se lo quite de la cabeza porque es algo muy gratificante y que no pierdan la esencia”.
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